sábado, 6 de agosto de 2016

Que significa tener un perro contigo





Aún recuerdo la primera vez que vi a mi pequeño peludito. Fue amor a primera vista. Aunque estaba entre varios cachorros, supe que ese era el que yo quería. No sé por qué, no me fijé en si era el más bonito o no, solo lo miré y lo supe… y él también lo supo. Por eso quiero explicar qué significa tener un perro.

Para mí era un pequeño pelucho viviente, lleno de pelo, casi era una bolita. Nunca antes había tenido un perro así que no sabía muy bien qué debía hacer o cómo debía actuar. Solo sabía que iba a necesitar cuidados especiales y poco a poco aprendí lo que significa tener un perro.

¿Qué significa tener un perro? Obligaciones


Tener un perro es algo más que tener un preciosa bolita de pelo corriendo por la casa. Tener un perro requiere compromiso y responsabilidad, además de un desembolso de dinero que hay que estar dispuesto a asumir. Tan solo cuando adoptas a un cachorro debes:

Vacunarlo. Las vacunas serán, cada mes, tres o seis meses. El veterinario te hará saber cuáles necesita tu mascota. Cada una conlleva el gasto de la vacuna y de la consulta médica.
Ponerle un chip. Esto es una norma obligatoria en muchos países y te pueden multar si descubren que tu animal no está correctamente identificado con un chip. Aun si no fuera obligatorio, es conveniente hacerlo pues será más fácil de encontrar en caso de desaparición.
Tener su identificación personal. Tu perro necesitará una identificación tipo cédula o DNI. Esto también es algo obligatorio y es independiente de su cartilla de vacunación.
Aguantar sus travesuras mientras crece. Pipí en la casa, caquitas por todos lados, zapatos rotos, cremalleras dañadas y un sinfín de travesuras serán las que tendrás que aguantar mientras tu amiguito sea un cachorro. Forma parte de su crecimiento, piensa que es como un bebé y necesitará de tus cuidados y de tu paciencia para enseñarle, requeerirá esfuerzo.
No podrás ir de viaje a no ser que sea junto con tu mascota o dejándola en un lugar donde esté bien atendida.

Como ves, habrás de hacer desembolsos de tiempo, esfuerzo y dinero en tener un perro, por eso no es una decisión que debas tomar a la ligera.

¿Qué significa tener un perro? Ventajas




No todo son obligaciones y cosas que quizá puedan parecer pesadas. Tener un perro es una alegría constante, es tener un amigo para toda la vida, al menos para la suya, alguien con quien contar siempre. Ya no tendrás que ir solo al supermercado o a pasear por la playa e incluso en algunos lugares, ya no tendrás que ir solo en metro. Tendrás un amigo que te acompañe.

Tener un perro significa tener a alguien que te esperará siempre alegre cuando llegues a casa, alguien que te dará cariño y te mostrará empatía cuando estés triste, alguien que te hará reír y llorar. Tener un perro implica conocer un sentimiento que quizá nunca antes habías tenido: amar a un animal como si fuera un ser humano.


Tener un perro implicará que ya no habrá recuerdos en tu mente antes de él. Significará tener siempre alguien a tu lado cuando estés enfermo, triste, malhumorado o cabreado. A to lado en todo momento.

Y es que tener un perro es sin duda tener un poco más de felicidad en nuestra vida, algo de lo que nunca vamos a querer deshacernos.


Las ventajas suplen con creces a todas las responsabilidades que tener un perro conlleva. No importa el tiempo, el dinero o el esfuerzo que debas asumir por tener un perro. El vínculo especial que formarás con él y todo lo que te aportará es algo que no se puede pagar con dinero, algo que jamás olvidarás por muchos años que pasen.

Cuidado con el sobrepeso de tu gato



El sobrepeso nunca es bueno, se trate de personas o de animales. Si quieres que tu minino, además de verse bonito, se mantenga feliz y saludable, tienes que evitar que engorde en exceso. Te contamos qué debes hacer para cuidar la figura de tu gato.


Razones del sobrepeso en los gatos
La obesidad en mascotas es un tema que va en aumento y muchas veces en paralelo con el exceso de peso que también experimentan sus dueños. Es un fenómeno que suele darse más en el mundo desarrollado, por la tendencia de comer mucho y mal y de realizar cada vez menos actividad física.


Hay que entender que la vida de estos felinos ha experimentado cambios considerables en escasa cantidad de tiempo. Y muchos de ellos pasaron de ser esos aventureros que se iban de parranda por las noches y volvían a la casa solo para comer y dormir, a ser unos niños mimados –y esterilizados- que no salen del  hogar salvo para ir al veterinario cada tanto.

Entonces, la disminución del ejercicio diario, sumado a la castración y a que suelen tener todo el día comida –incluidas las golosinas- a disposición, crearon un combo fatal para que los mininos iniciaran el camino del sobrepeso.


Las estadísticas señalan que las mascotas sufren cada vez más de sobrepeso. Así que mejor toma el toro por las astas y aprende a cuidar la figura de tu gato.

Dieta adecuada y ejercicio, pilares para cuidar la figura de tu gato
alimentos que tu gato adorara

Así que si notas que tu amigo ronroneador está un poco gordito, es hora de que te pongas en campaña para que vuelva a su peso normal.

Un minino con sobrepeso es aquel que, visto desde arriba, parece un cilindro, o aquel cuya cintura se ensancha sobre sus costillas. Si el animal tiene demasiado pelo y no puedes evaluar bien su contexto físico a nivel visual, palpa su cuerpo. Si no notas fácilmente sus costillas, es que está en problemas con la balanza.


Para recuperar la figura de tu gato, entonces, debes tener en cuenta dos pilares fundamentales: darle una nutrición adecuada y alejarlo de una rutina sedentaria.

Cómo alimentar a un minino para que no se exceda de peso
Tanto si le das comida comercial o le proporcionas una dieta casera, debes tener en cuenta que le tienes que proporcionar la cantidad adecuada de alimento en relación al peso, la edad y las condiciones físicas del minino. El veterinario, o un especialista en nutrición animal, sabrán ajustar bien este tema.

Además, salvo por cuestiones específicas de salud de cada mascota, elige alimentos ricos en proteínas animales y con pocos hidratos de carbono. Recuerda siempre que tu ronroneante amigo no deja de ser un carnívoro cazador, por más que se pase el día durmiendo en el sofá de tu salón.

Y si bien en teoría los gatos saben regular el consumo de alimentos de acuerdo a sus necesidades, en la práctica esto no siempre sucede. Lo ideal, entonces, es que distribuyas su ración diaria en 3 ó 4 comidas y que, si recibe alguna golosina especial que seguro siempre te demanda cuando te ve cocinando, la incluyas también en el contador de calorías que debe ingerir.

Evitar el sedentarismo en tu gato lo aleja del sobrepeso

Si tu minino no tiene acceso al exterior y está esterilizado, debes alejarlo del sedentarismo de manera urgente. Procúrale una rutina de juegos que lo mantenga activo. Además, tanto él como tú lo pasaréis genial.

Si el tiempo no te alcanza para que tu mascota realice suficiente ejercicio diario, facilítale suficientes juguetes o sorpréndelo con un árbol para gatos. O aún mejor, considera la posibilidad de adoptar otro minino.

Ya verás cómo se pasarán buena parte del día persiguiéndose de lo más divertidos y, de paso, perderán  una buena cantidad de calorías.

Obesidad y buena salud no van de la mano
Ten muy presente que si bien los gatos gorditos pueden verse como unas bolas peludas simpáticas y encantadoras, lo cierto es que el sobrepeso no es bueno para la salud de los mininos y les quita calidad de vida.

Los felinos obesos pueden padecer:

Problemas de hígado, riñón y páncreas
Enfermedad inflamatoria intestinal
Afecciones dermatológicas
Artritis
Diabetes
Entonces, no pierdas ni un minuto más y haz todo lo necesario para recuperar la figura de tu minino.



viernes, 5 de agosto de 2016

Los amigos peludos


Entre los aspectos en los que España está a la cola de Europa está en la integración en la vida social diaria de los perros. En otros países es habitual entrar en algunos locales y ver como las personas disfrutan de una comida o una cena, o unas bebida, en compañía de su amigo de cuatro patas. Igual en el transporte público, donde autobuses y metro no son exclusivos del uso de los humanos.


Europa y el amigo de cuatro patas
Buenos ejemplos de la integración en la vida social de los perros son Francia, Suecia, Bélgica o Alemania, donde se puede viajar con el animal en transporte público sin importar el tamaño. En España lo normal es que haya muchas restricciones, sobre todo cuando el animal pasa de los 10 kg.


Poco a poco se van observando algunos pasos en la dirección de la incorporación de nuestras mascotas a la vida diaria. Hay un movimiento denominado “dog friendly”, llamado así porque cada vez es mayor el número de hoteles, restaurantes, bares, peluquerías y otros establecimientos que están a favor de una vida compartida con nuestros fieles amigos sin poner muchos impedimentos.

Limitaciones a nuestra vida diaria


Cuando nos disponemos a realizar alguna actividad habitualmente hemos de elegir entre salir con nuestras amistades, pareja, etc., o ir con nuestra mascota al parque, al campo, etc. Son dos tipos de actividades diferentes. Afortunadamente, cada vez es mayor el número de lugares que se suman a la lista de establecimientos donde que son bienvenidos responsables y perros, incluso ofreciendo a los canes un buen cuenco de agua fresca como bienvenida.
En Internet ya hay varias páginas Web donde puede encontrarse información de los lugares a los que acudir con nuestro amigo de cuatro patas, que admiten y tratan bien a nuestros perros, y los consejos sobre usuarios y especialistas para elegir el establecimiento correcto.

La cifra de las personas que deciden tener a un amigo de cuatro patas en casa es cada vez mayor, y aunque todavía en España se restringe mucho el número de lugares donde podemos dejar a nuestros amigos libres para corretear, existen muchas personas que cada vez reman más para ir consiguiendo avances en este sentido.

El ejemplo de Málaga
En el Ayuntamiento de Málaga se ha publicado una Ordenanza de Bienestar y Protección Animal, que actualizará la normativa municipal en el ámbito de la integración de los perros en la vida diaria de la ciudad, y hará posible la puesta en marcha de los nuevos proyectos en los que está trabajando el Consistorio, especialmente relacionados con perros y gatos.

Entre las novedades más importantes que incluye este proyecto y esta modificación normativa, se abre el acceso con mascota a los locales si éstos no hacen una prohibición expresa, así como a los autobuses urbanos y al metro.

Cuando se supere esta fase de borrador, la ordenanza seguirá los trámites necesarios para su entrada en vigor. Se espera que esté disponible ya a partir de enero. Esta normativa está recogiendo los criterios con los que el Ayuntamiento trabaja últimamente, para que Málaga sea una ciudad amiga de los animales, protegidos por los ciudadanos, y también por una legislación de recoja todos sus derechos.

Otra medida importante es el llamado “censo genético”, que constituirá un soporte importante para proteger mejor a nuestros perros, así como educar en las buenas prácticas a los dueños a la hora de retirar los excrementos de la vía pública, la modificación de las condiciones para el acceso de los animales de compañía a los establecimientos públicos, locales de hostelería, incluidos hoteles, restaurantes, bares, tabernas y aquellos otros establecimientos en los que se consuman bebidas y comidas.

Algunas excepciones


Entre las excepciones a estos avances del Ayuntamiento malagueño está el caso de aquellos negocios y establecimientos dedicados a la elaboración, venta, almacenamiento, transporte o manipulación de alimentos o bebidas, en los cuales se prohíbe la entrada con animales de compañía en todos los supuestos.


En los casos del transporte público, los animales de compañía podrán acceder junto con sus dueños a la Empresa Malagueña de Transportes (EMT) o al metro, según las normas y procedimientos que se decidan por dichas sociedades. Para los taxis en Málaga, sus titulares podrán aceptar de forma individualizada la presencia de las mascotas.

De donde provienen los gatos





Los gatos poco a poco han ido ganando terreno a los perros en preferencia como mascotas. Los felinos son esos compañeros misteriosos, en los que se mezcla de una manera sutil su carácter de cazadores salvajes, con un cariño doméstico que brindan a sus dueños y con quienes se sienten afines. Esta dualidad de características tienen que ver con un par de situaciones: ¿de dónde provienen los gatos? Y sobre todo, ¿desde cuándo nos acompañan?

Algunos datos

Al igual que todos los animales domésticos, el gato evolucionó como animal salvaje. Según estudios genéticos, los científicos han logrado responder algunas de las inquietudes que desde hace siglos han despertado estos animales. Se ha determinado, entre otras cosas, que los felinos se “auto domesticaron”. A diferencia de todos los animales domésticos -caballos, vacas, cerdos o el propio perro- los fueron logrando a medida que el hombre se hizo sedentario. Gracias a la agricultura que trajo consigo el almacenaje de granos -y con ello una proliferación de roedores– los mininos se acercaron a las ciudades para cazar y alimentarse de éstos. Los granjeros de aquel entonces, toleraron ese acercamiento, por lo que representaba en cuanto a medida de control contra las plagas.


Un censo arrojó que en el mundo existen, aproximadamente, 600 millones de gatos domésticos a lo largo y ancho de los cinco continentes. Pero, ¿en dónde se domesticaron los primeros gatos? ¿Quiénes fueron los primeros en tenerlos de compañía?

Los primeros ejemplares
Existe evidencia genética y arqueológica que plantea que los primeros felinos domésticos surgieron en la creciente fértil región conocida también con el nombre de media luna fértil en el Oriente Medio. Se tomaron muestras de Egipto, Turquía y Líbano. Es de todos conocida la reverencia que se tenía en el antiguo Egipto por los gatos. Papiros y jeroglíficos nos muestran escenas de la vida cotidiana de esta civilización, en donde se pueden ver numerosas representaciones de dicho animal. Además, se veneraba a Bast, la diosa de la familia y la fertilidad que tenía cabeza de gato.


En 1983 se encontró una quijada de gato en la isla de Chipre con una antigüedad de 8,000 años. Como es de suponer, los mininos tuvieron que llegar a la isla en barco, por lo que su domesticación tuvo que ser mucho más antigua. De hecho, en el 2004 se encontró otro sitio arqueológico con más ejemplares felinos, lo que recorrió la cifra otros 1500 años más.

Todos los gatos domésticos descienden del gato salvaje, Felis sylvestris (que literalmente significa “gato de los bosques”) y al parecer sus primeros descendientes amigables con el humano datan de unos 12,000 años. Estos datos coinciden con los primeros asentamientos agrícolas humanos, lo cual dio origen a la tesis del por qué los gatos se acercaron al hombre.

Desde esta región los gatos se esparcieron a través de Asia y Europa para llegar a América y Australia con los primeros barcos que llevaban gatos a bordo para controlar a los roedores. Una vez en tierra, fue solo cuestión de tiempo para que los gatos dominaran el territorio. A la par de que el hombre iba ganando terreno, los gatos hacían lo propio.

A pesar de la mala fama que, injustificadamente se le dio a los gatos en la Edad Media, es una especie que se ha adaptado perfectamente al medio humano. Al ser un animal tan sorprendente, no es de extrañar que generara miedo por su individualidad y sus capacidades físicas. Hay que imaginar lo que pensaría la gente hace quinientos años cuando veía un gato en el piso y un instante después el felino se encontraba arriba de un árbol o sobre un muro a tres metros del suelo, como si hubiese aparecido ahí.





Es por eso que los gatos todavía conservan sus rasgos más primitivos. A diferencia de los perros a quienes el humano fue domesticando, los felinos nos eligieron como sus proveedores de alimento y de cariño. Quizás el entender un poco el origen de esta sociedad nos ayude a comprender el por qué nuestros mininos se comportan de la manera en la que lo hacen. No hay que olvidar que fueron ellos, y no nosotros, los que establecieron el primer contacto, el primer acercamiento y por eso, son ellos quienes dictan sus reglas en cuanto al cómo debe ser su relación con nosotros.

El Perro, de donde proviene




Durante las últimas 3 décadas se ha producido un gran auge de la Cinofilia, tanto desde el punto de vista afectivo, por lo que se refiere a las relaciones entre el perro y el hombre, como desde el económico, por lo que respecta a la cría de perros de raza.

La imagen del perro se ha hecho un hueco en los medios de comunicación, incluso existen películas donde un can es el protagonista. Sin embargo, a pesar de esta familiaridad, no debe pensarse que cuidar un perro es algo sencillo. Lo único «fácil», o que puede darse por sentado, es nuestro deseo de cuidarlo. De hecho, su adquisición debe llevarse a cabo con tanto cuidado como el que dedicaríamos a la compra de una vivienda. A diferencia de tiempos pasados, en los que sólo unas pocas razas eran accesibles al gran público, hoy en día la variedad es tal, que quien no posea una cierta idea de lo que desea, tendrá no pocas dificultades a la hora de escoger.

Esta guía abre las puertas a quien se aproxima por primera vez al mundo de las razas caninas, así como a todas aquellas personas que poseen algunas nociones y desean aprender más.

Los primeros restos fósiles de cánidos hallados en asentamientos humanos, se remontan a unos 12.000 años. Durante mucho tiempo se ha supuesto que se trataba de perros domésticos, aunque también se ha planteado la hipótesis de que pertenecieron a cánidos salvajes que se aproximaban a los poblados para robar restos de comida y que, en alguna ocasión, eran capturados.

En la actualidad se estima que la domesticación del perro debió iniciarse hace unos 10.000 años, una cifra nada desdeñable por lo que respecta a la historia humana y canina, sobre todo si se tiene en cuenta que esa relación ha perdurado a través de glaciaciones, terremotos, guerras y carestías. Ninguna empresa habría durado tanto tiempo de no haber sido provechosa para ambas partes.

Presumiblemente, el primer perro domesticado fue un cachorro, ya que los cánidos de aquellos tiempos eran lobos de gran envergadura y ferocidad, que hacían imposible toda tentativa de captura para obtener su colaboración. Quienes hubiesen intentado llevar a cabo un descabellado plan, habrían perecido entre sus fauces.

Es muy probable que este cánido, además de cachorro, debiera ser huérfano, ya que ninguna madre habría dejado que se lo sustrajeran sin haber  presentado batalla. Además, tuvo que ser bastante joven, de alrededor de un mes de vida, pues de haber sido mayor, no hubiese sobrevivido.  La idea más lógica es que los primeros hombres lo capturasen para cebarlo, con la esperanza de que no escapara y de que creciera lo suficiente como para alimentar a tres o cuatro personas. Naturalmente el cachorro creció, pero el hombre, en lugar de una cena, se encontró con un amigo al que no podría abandonar. ¿Por qué?, porque «le era útil», y más si se tiene en cuenta que un perro (o un lobo) de cuatro o cinco meses, no «sirve» prácticamente para nada, excepto para ensuciar y roer todo lo que encuentra. Podemos admitir que el hombre primitivo no concediera demasiada importancia al brillo del suelo, pero todos sabemos que un perro joven destaca más por su capacidad de ocasionar desperfectos que de mostrarse útil, especialmente si nadie lo educa ni lo adiestra, y es del todo improbable que existiese un campo de adiestramiento cerca de la casa, ¡preparado para el primer perro de la historia! Entonces, ¿por qué no se comieron al cachorro? Habría podido empezar a ser útil a los 8 o 9 meses, aunque no existía motivo aparente para permitirle crecer tanto. Primitivos o no, los hombres con toda seguridad habían saboreado carne de animales jóvenes y adultos, y cuesta creer que no hubieran descubierto que la carne joven es más tierna. Si en un primer momento era demasiado pequeño, un perro de cuatro meses ya tenía las dimensiones suficientes para saciar el hambre de unos cuantos.

El perro no terminó sus días en la mesa porque alguien de la familia debió oponerse rotundamente. Y es dudoso que se tratase de un cazador o cabeza de familia, que pasaba poco tiempo en casa y no tenía tiempo para sentimentalismos; es mucho más probable que fuera una mujer, quizás a instancias de un niño, que no podía soportar la idea de comerse a su mejor amigo.


Sea como fuere, el cachorro no acabó en la olla porque alguien lo quería, ésta es la única deducción lógica que se puede hacer.  Las explicaciones utilitaristas solamente puede inventarlas quien nunca ha tenido un cachorro de cuatro meses correteando por la casa. Salvado por cariño, el primer perro doméstico creció hasta convertirse en un animal verdaderamente útil, acompañando al dueño en sus cacerías y mostrando los dientes al intruso que se asomaba por la puerta de la cabaña, o quizá ambas cosas a la vez.

Así se inició la historia de un dúo, hasta nuestros días indisoluble. Y comenzó más o menos al mismo tiempo en diferentes puntos del planeta, tal como demuestran los hallazgos prehistóricos europeos, asiáticos y americanos. En adelante, la evolución humana no siguió el mismo paso en todos los lugares. Algunas civilizaciones progresaban rápidamente, mientras que otras se mantuvieron por mucho tiempo en un estado primitivo, e incluso hubo quienes desaparecieron, subyugadas o aniquiladas por las guerras que, por desgracia, acompañan al hombre desde sus orígenes más remotos. Hoy en día existen culturas que apenas han salido del estadio primitivo. Es discutible si vivimos mejor nosotros con los ordenadores y la televisión, o los pueblos menos «civilizados», pero nosotros, sin duda, gracias a nuestros medios y a la tecnología, podemos estudiar otras culturas y conocer cómo se comportan. Esto ha permitido al hombre descubrir algunos poblados, perdidos en las montañas peruanas, donde no existen los ordenadores ni llega la televisión, y que todavía conservan la costumbre de que las mujeres de la tribu amamanten a los cachorros de perro huérfanos, hecho que manifiesta un respeto y una consideración con el animal, mucho mayor que la que probablemente poseen los más encendidos «amigos de los animales» de la parte «civilizada» del mundo.  Y es, además, una conducta que nos ayuda a comprender que la relación entre el perro y el hombre, nunca ha sido una unión exclusivamente por intereses, y que no ha nacido como una relación de dar-recibir, ya que un cachorro de pocos meses, no tiene nada que ofrecer, aparte de su alegría, sus ganas de vivir y su infinita ternura.

Entre el hombre y el perro ha habido y sigue habiendo una gran amistad. Y como tal debe ser considerada la relación que mantienen, por delante de valoraciones de carácter utilitario, si realmente queremos llegar a entender al perro y conocer algo más acerca de nosotros mismos.

El perro, descendiente del lobo, se considera actualmente una realidad bien distinta: mientras que el lobo "es malvado", el perro es bueno; el lobo se come las ovejas, y el perro las defiende. Sin embargo, siguen existiendo grandes parecidos entre una y otra especie: el setter  y el lobo son ambos animales sociales, con una organización de la manada idéntica; el carlino  y el lobo, mueven la cola de la misma manera; el dogo  y el lobo gruñen, aúllan y gritan «cai-cai» cuando notan dolor... Y lo más importante, si un setter y una loba se encuentran y se gustan, nace una camada. Si se encuentran un caballo y una cebra (que tienen muchas similitudes), apenas se prestan atención.

Las dos especies (perros y lobos) son interfecundas, y según la ciencia, esto sólo puede significar una cosa: no son dos especies, sino que siguen siendo una única especie, la misma.

El hombre, y en parte las condiciones climáticas y ambientales, han modificado enormemente las características físicas y los hábitos comportamentales de algunos canes, pero nunca ha llegado a cambiar su íntima manera de ser. El perro todavía es lobo, razona como un lobo, y posee los mismos instintos que el lobo; de hecho, si pudiera, seguiría comiendo ovejas muy gustosamente, y si no lo hace, es únicamente por complacer al dueño, no porque le resulte más atractivo o simpático que sus congéneres, sino porque el perro está convencido de que vive en una manada, y no hace más que obedecer al hombre, que cree que es quien manda.

La explicación de este mecanismo mental, debe buscarse en el primer lobezno que vivió en una cabaña primitiva; si hemos concluido que debió ser muy joven, de un mes de edad aproximadamente, entonces se encontraba en plena fase de imprinting…